Cuando una persona manifiesta los síntomas de la esclerosis múltiple (EM) por encima de los 50 años de edad por primera vez, decimos que tiene una EM de inicio tardío. Si los inicia por encima de los 60 años decimos que tiene una EM de inicio muy tardío, y si los empieza por encima de los 70 años decimos que tiene una EM de inicio muy, muy tardío.
Hacer el diagnóstico con estas edades es infrecuente pero no excepcional, y de hecho nos estamos encontrando con que va en aumento. En nuestro entorno, aproximadamente un 17% de los pacientes con EM son diagnosticados por encima de esta edad. Hay que tener en cuenta que algunas de estas personas ya tuvieron brotes o síntomas neurológicos progresivos a los que no se dieron importancia, por lo que en sentido estricto la enfermedad habría empezado antes pero no fue diagnosticada.
También estamos viendo que casi la mitad de los pacientes empiezan la enfermedad con brotes y no con formas progresivas que sería lo lógico, dado que la evolución natural de la EM es a que espontáneamente haya cada vez menos brotes y menor actividad radiológica.
La trascendencia que tiene para nosotros los neurólogos, es saber si es necesario tratar de diferente manera a estos pacientes que a los diagnosticados antes de esta edad.
La duda radica en que conforme cumplimos años no solo nos envejece la piel, el pelo o el posicionamiento de nuestro esqueleto, nuestros órganos internos también envejecen y no funcionan igual. Concretamente el sistema inmunológico se vuelve más débil y hay más tendencia a tener infecciones, a responder menos a las vacunas y a desarrollar tumores, y con los tratamientos todos estos problemas pueden aumentar.
Los ensayos clínicos que han dado lugar a la aprobación de los fármacos que utilizamos para tratar la EM incluyeron a personas con menos de 55 años de edad, excepto los del siponimod (Mayzent) que incluyeron a personas de hasta 60 años, y del ocrelizumab que incluyeron hasta de 65 años. Por lo tanto no tenemos datos sobre la efectividad de la mayoría de los fármacos que utilizamos, ni sobre su seguridad, en personas mayores de 55 años.
También, conforme la edad aumenta, empiezan a aparecer otras enfermedades que pueden imitar los síntomas de la EM o provocar lesiones desmielinizantes en la resonancia, que pueden ser confundidas con EM, por lo que es necesario hacer un buen diagnóstico diferencial.
Por otra parte, se pueden tener enfermedades como la tensión arterial, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, que obligan a tomar medicamentos que podrían provocar interacciones con los fármacos que damos para la EM.
Es un tema de interés cada vez mayor el determinar cómo debemos actuar ante la persona considerada mayor para iniciar una EM. El neurólogo o la neuróloga siempre va a personalizar porque cada paciente tiene características únicas, y hará el balance entre el riesgo de tener un brote y el riesgo de ser tratado, para expresárselo al paciente y tomar una decisión conjunta. Podríamos concluir con una serie de premisas a tener en cuenta:
- La edad modifica el curso de la EM. Conforme pasan los años la enfermedad es cada vez menos inflamatoria, por lo tanto, los fármacos para la enfermedad que son antiinflamatorios, podrían tener menos indicación.
- No existe evidencia de cómo actúan la mayoría de los fármacos para la EM en mayores de 55 años.
- Existe evidencia de que los fármacos que utilizamos dejan de ser efectivos con la edad.
- La huella que provocan los fármacos en el sistema inmune se suma a la alteración de la inmunidad que se produce con la edad, y se tiene mayor riesgo de efectos adversos.
Las personas mayores con EM son una población especial, al igual que lo es la población pediátrica.
Fotografía de Artem Kovalev
Dra. Cristina. Tengo 62 años, soy mujer y me diagnosticaron con EM en placas en 1.990.
¿Cree que mi medicación (Vumerity) ya no me hace efecto? Mi estado general es aceptable. No necesito ayuda y soy autónoma para todo.
Gracias por adelantado.
Estimada Carmen,
La enfermedad por sí sola va siendo cada vez menos inflamatoria (menos brotes, menos lesiones nuevas). El problema con el paciente que está ya en tratamiento es saber si no tiene inflamación porque está bajo el influjo del tratamiento, o porque aunque no estuviera con él no la tendría. Dentro de poco conoceremos los resultados de estudios que están investigando cómo se puede evolucionar después de la retirada. Es un tema que está cogiendo mucho auge. De momento confía en tu neurólogo/a que es quien te conoce y puede dar una opinión personalizada para ti. Gracias por tu mensaje.
Que interesante información Cristina. Cuanto aprendemos contigo. No tenía ni idea de que se diagnosticaba tan tarde también. Al final es difícil muchas veces también, por lo que leo, saber como acertar con cada caso, por ello de individualizar cada tratamiento. Me surge una pregunta a raíz de este artículo. ¿Es factible entonces con la edad abandonar los tratamientos o no se debería? Muchas gracias por tanta información tan valiosa
Estimada Isabel,
Es factible siempre de forma personalizada, como bien dices. Hay datos que orientan a que si se tienen 55 años o más, la resonancia no muestra nuevas lesiones, y la enfermedad lleva estable 5 años o más, presentarán de nuevo actividad de la enfermedad en resonancia o en forma de brotes 1 paciente de cada 10. El paciente y el neurólogo/a deberán de asumir este riesgo, que para unos será pequeño y para otros grande.
Es difícil pero vamos avanzando.
Muchas gracias por tu comentario
Tus comentarios, siempre son interesantes y «abren ventanas». Siento, como que tenemos que estar alerta, para conocernos mejor y compartir con nuestra Neuróloga, aquello que sintamos que es relevante, sin obsesionarnos. Mi tratamiento, actualmente, y desde Septiembre de 2017 es RITUXIMAB. Lo que más me gusta cuando me preguntan cómo estoy, es contestar ESTABLE.
Muchas gracias por tu comentario Charo. Es muy bueno estar estable, ¡sí!