Los fármacos que utilizamos para la esclerosis múltiple tienen como objetivo principal disminuir la frecuencia de brotes.
Tu neurólogo o neuróloga te habrá explicado que si dejas el fármaco que llevas te puede dar un brote al quedarte privado de la acción beneficiosa de este, pero a veces no queda más remedio que retirarlo por ineficacia, por efectos adversos o por deseo de embarazo.
Se conoce como efecto de rebote, efecto yo-yo o simplemente rebote a la reacción inversa, adversa, indeseada o secundaria producida en un organismo al retirar estímulos de diversa índole.
Estamos detectando que algunos pacientes, cuando dejan los medicamentos que intentan dominar la enfermedad, sufren brotes de una intensidad superior a la esperada. Este acontecimiento ocurre sobre todo al quitar el natalizumab (Tysabri) o el fingolimod (Gilenya). A este fenómeno contradictorio no deseado se le denomina rebote y es particularmente lamentable si ocurre durante el embarazo.
Dado que con mayor frecuencia las mujeres retrasan el embarazo porque sus médicos les aconsejan iniciar el tratamiento para la esclerosis múltiple cuanto antes, un buen número de ellas se encuentran bajo tratamiento cuando se plantean ser madres, y cuando no quieren retrasar más este deseo deben dejar los tratamientos pues no están indicados durante el embarazo. En el periodo de espera a quedarse embarazadas o cuando ya lo están, es cuando se puede producir el rebote.
Son ejemplos de rebote el aumento rápido de peso que sucede tras retirar una dieta hipocalórica o ciertas sustancias psicotrópicas adictivas, o diversos fármacos como es el caso, en ocasiones, de los fármacos para la esclerosis múltiple.
Históricamente hemos venido explicando a las pacientes que el mejor tratamiento para la esclerosis múltiple es el embarazo, pues además de que la mayoría de las pacientes dicen encontrarse muy bien en esta situación, el estudio realizado por el Dr. Confraveux en 1998 demostró que durante el embarazo disminuye mucho la frecuencia de brotes. También aprendimos con este estudio que durante el primer trimestre después de dar a luz hay un incremento en la frecuencia de brotes pero que el pronóstico final de la enfermedad en las mujeres que han dado varias veces a luz, no es peor que el de las que no han tenido hijos.
Pero… todo esto se está olvidando.
Existe un empeño en considerar que toda esclerosis múltiple es potencialmente grave y con esta filosofía cada vez son menos los pacientes que no llevan tratamiento a pesar de que no se ha demostrado que tratar sea beneficioso a largo plazo, y se está perdiendo la precaución de evitar los tratamientos durante el embarazo, a pesar de que no hay evidencia científica de su utilidad, ni certeza de que no sean teratogénicos para el bebé o de que no vayan a provocarle problemas de salud tras el nacimiento o a lo largo de su vida.
Cabe preguntarse: si por evitar los brotes en el periodo pre-embarazo y en el postparto favorecemos la aparición de brotes durante el embarazo, ¿qué estamos consiguiendo? No debemos olvidarnos de la necesidad de proteger la salud de la paciente durante el embarazo y de la del hijo que desea engendrar o está engendrando, y salvaguardarles.
Siempre aprendiendo
Tengo una maravilloss Hija de 36 años, el tiempo que tengo EM. Nadie me había explicado de una forma tan clara, las cosas que hay que valorar, según las aportaciones científicas. En estos años, puede ser que, todavía, no se hubieran desarrollado suficientemente. Gracias Dra.