Hoy he visitado a Montse. Ha venido acompañada de su marido, como siempre. Les conocí hace 7 años cuando le diagnostiqué a ella de esclerosis múltiple (EM). En aquel momento cumplía criterios de tratamiento, pero optó por la maternidad y tienen ya 2 hijos. Se les veía muy felices. En la resonancia que le realicé tras el segundo parto no tenía más lesiones y como hace ya 4 años que no tiene un brote, no cumple criterios de tratamiento en la actualidad, por lo que no se lo he aconsejado. La decisión que tomamos fue acertada.
Según oigo en los congresos, esta no es la tendencia. La tendencia es aconsejar frenar la enfermedad y por tanto iniciar un tratamiento y retrasar el embarazo a aquel momento en el que se considere que la enfermedad está frenada. Pero ¿quién le quita el cascabel al gato? Al neurólogo o neuróloga le resulta difícil retirar el tratamiento si cree que funciona, por lo que la maternidad se va olvidando, se va perdiendo el deseo (más si ya se tiene un hijo), o incluso se inicia el tratamiento durante el intento de embarazo con la condición de dejarlo en cuanto se confirme.
Cuanto miedo. No comparto este proceder. Creo que salvo para los casos graves, si hay un deseo de maternidad, lo mejor es cumplirlo cuanto antes y no cortar esta etapa natural de la vida tan necesaria para la mayoría de las personas. Opino también que es una contradicción decirle a una mujer embarazada que evite tomar un ibuprofeno u algunos otros fármacos de uso común para evitar dañar al feto, y no proteger a este feto del daño de un inmunosupresor o inmunomodulador. Para cuando la mujer sabe que está embarazada ya lleva al menos 2 semanas de desarrollo embrionario. Se dice que no hay más riesgo de aborto o malformaciones pero ¿y la salud futura de ese ser?. Se pueden producir daños moleculares que sean causa de mala salud en la edad adulta.
A lo largo de mi vida profesional he visitado a muchas mujeres que han tenido hijos y para nada lo recuerdo como un drama. Actualmente intento no dejarme vencer por la cultura del miedo y por la medicina defensiva, pero he de reconocer que cada vez me cuesta más.
Cultura del miedo: es un fenómeno relativamente nuevo relacionado con los medios de comunicación masiva, con importantes implicaciones dañinas en potencia.
Para mí y en este contexto sobre el que reflexiono, es un fenómeno conscientemente dirigido, intencionadamente elaborado a través de la manipulación de los hechos, a fin de inducir percepción común de miedo y ansiedad a través de discursos de profesionales demagogos, para modificar los comportamientos de pacientes y profesionales sanitarios, justificar sus acciones, y mantener a las personas consumiendo fármacos.
Cuando los futuros médicos llegan a trabajar conmigo les hablo de la cultura del miedo y de la falta de evidencia para muchas de nuestras acciones aunque crean que la hay, pero veo y siento que el entorno es mucho más poderoso.