El ictus es un trastorno brusco e inesperado de la circulación cerebral, que altera la función de una región del cerebro.
Suele afectar a personas de edad avanzada, sin embargo el 15-20% de los ictus se producen en menores de 45 años, fundamentalmente por tener hábitos de vida perjudiciales para la salud.
Existen dos tipos de ictus: el ictus isquémico y el ictus hemorrágico.
- El ictus isquémico se produce por una falta de riego del tejido cerebral, debido a que una de las arterias que lleva la sangre al cerebro se tapona. La consecuencia es el infarto cerebral que es la muerte celular de la zona del cerebro a la que le falta la sangre.
El taponamiento se puede producir por un trombo de sangre (coágulo) originado en el corazón y desplazado hasta una arteria cerebral taponándola, o por un trombo de colesterol originado en una placa de colesterol (ateroma) situada en una arteria cerebral o de otro sitio, que se desplazará a una arteria cerebral.
Coloquialmente se dice que el paciente ha sufrido una embolia.
- El ictus hemorrágico se produce por un mecanismo distinto. Se produce por la rotura de una arteria cerebral en el contexto de hipertensión arterial, o por rotura de vasos sanguíneos anormales (malformaciones vasculares o aneurismas). La consecuencia de la rotura de una arteria cerebral es una hemorragia en el cerebro como el propio nombre indica; no se trata por tanto de una falta de riego sino de todo lo contrario.
Los Ictus isquémicos son mucho más frecuentes que los hemorrágicos y su mortalidad es menor.
Muchos casos de Ictus se podrían prevenir simplemente con un estilo de vida saludable. Ser fumador, obeso, moverse poco, comer mal y sufrir estrés son hábitos que provocan hipertensión arterial, diabetes y cifras altas de grasa en la sangre (colesterol), lo que denominamos tener factores de riesgo cardiovascular, es decir tener factores de riesgo para sufrir infarto de corazón, Ictus o problemas de circulación en las piernas. La toma de anticonceptivos orales o la presencia de determinadas enfermedades como la fibrilación auricular también son factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares.
Los hábitos de vida saludable nos son nada fáciles de practicar. Hay que adquirirlos en casa y en la infancia. Es muy importante dar ejemplo y vigilar la dieta de nuestros hijos para que se acostumbren a comer bien y evitar tóxicos como el tabaco y las drogas, y no se dejen influir por los anuncios publicitarios con mensajes de alimentación que no ayudan nada a mantener una dieta sana. Con hábitos sanos disminuiría mucho la frecuencia de enfermedades cardiovasculares en la sociedad. No se trata de tratar, se trata de prevenir, pero por alguna razón este mensaje no nos llega.
Si irremediablemente el ictus ya se ha producido, su detección temprana es clave para la recuperación. Las primeras 4-6 horas son fundamentales. Si el ictus se trata en estas horas se reducirá el riesgo de muerte y de secuelas neurológicas graves y habrá más probabilidad de que el paciente se recupere por completo.
Cada uno de los siguientes síntomas pueden ser alerta de Ictus. No se tienen que producir todos a la vez, con uno basta:
- Pérdida súbita de fuerza en cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo (derecho o izquierdo).
- Trastorno de la sensibilidad súbito, tipo acorchamiento u hormigueo de cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo (derecho o izquierdo).
- Alteración repentina del habla, lo que se conoce como afasia. Se trata dificultad para expresarse, para decir las palabras y/o para entenderlas.
- Pérdida súbita de la visión de un ojo, que puede durar solo unas horas (se conoce como amaurosis fugax), o pérdida de la visión de medio campo visual (se conoce como hemianopsia).
- Dolor de cabeza súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
- Sensación súbita de vértigo, inestabilidad, pérdida del equilibrio y más si se acompaña de visión doble o disminución del estado de alerta.
Si estás a tiempo, tómate en serio el llevar una vida con hábitos saludables.