Parece que estamos en las últimas semanas de confinamiento debido al COVID-19 y es posible de que se te ha haya truncado algún proyecto o plan de futuro.
Dentro de poco saldremos a las calles y las cosas no serán igual, pues algo ha cambiado en todos nosotros.
Hace tiempo oí la frase “No desperdicies nunca una buena crisis” y estos días he estado pensando en cómo voy a aprovechar yo esta crisis.
Evidentemente estoy aprendiendo mucho en lo profesional. Nunca pensé que viviría una pandemia parecida a las que estudié durante la carrera y que me parecían propias de otros tiempos, ni que tendría que participar en la atención a una nueva enfermedad con el incremento de conocimiento científico y emocional que supone pero, curiosamente, lo que me ha surgido es aprovechar este momento para reflexionar sobre mí misma. He de reconocer que esta necesidad no es nueva, pues para bien o para mal, ya desde mi adolescencia he estado muy interesada en conocer mi propia identidad.
Me ha parecido que en esta crisis se me presentaba la oportunidad tantas veces deseada de reflexionar sobre las tres preguntas que Jorge Bucay, psiquiatra argentino, sugiere responder para averiguar aquello que nos impide ser felices.
¿Quién soy?
¿A dónde quiero ir?
¿Quién quiero que me acompañe?
Es importante hacerlas en ese orden, para evitar la tentación de dejar que sea quien está conmigo el que termine diciéndome hacia dónde voy. Para evitar caer en el error de definir quién soy a partir de quién me acompaña. Para no definir mi rumbo por el rumbo que veo en el otro.
¿Qué mejor momento para empezar que hoy mismo? No quiero seguir engañándome pensando que la realización me la traerá por sí sola el futuro.
Os propongo un ejercicio práctico para empezar con esta tarea (que no es cosa de un día, pero poco a poco, dedicándole un rato cada semana, puedes ir progresando).
EJERCICIO PRÁCTICO
1. Prepara tu rincón acogedor
Aíslate en algún lugar de tu casa, cuando no haya ruido y sin teléfono. Hazte idea de dedicar media hora aproximadamente.
El olor de un incienso suave que te guste o un sonido musical tenue que se repita (música zen) puede ayudarte.
Siéntate en una posición cómoda. Puedes tumbarte, pero corres el riesgo de dormirte.
Cierra los ojos y empieza a tomar conciencia de tu respiración, de cómo inhalas y cómo exhalas.
Inhala, retén el aire contando hasta tres, y exhala profundamente hasta vaciar los pulmones. Hazlo unas cinco veces.
Comprobarás que tomar conciencia de la respiración es el mejor interruptor para desconectarte de los pensamientos.
2. Visualízate en un lugar de bienestar
Lo ideal es que te visualices yendo a un lugar en el que te sientas en calma. Puede ser ese lugar en el que te gustaría perderte.
Trata de verte lo más claro que puedas. Cómo vas llegando, qué ves, qué color tienen las cosas que ves, qué sonidos te llegan, qué notan tus pies mientras caminas, ¿cómo es la tierra que pisas hacia ese lugar?
Imprégnate de sensaciones, no tengas prisa.
Una vez trasladado allí busca un lugar donde descansar, quizá a la sombra de un árbol, y cierra los ojos.
Es muy importante que te centres conscientemente en este trabajo de desconexión y cuando estés completamente inmerso en ello, descansando con tus ojos cerrados piensa en la pregunta que te has planteado:
¿Quién soy?
Ve aceptando todo lo que te venga a la mente, tanto si son pensamientos positivos como si son negativos. Acepta todo lo que te llegue. Observa las emociones que te surjan y disfruta un rato de estar ahí. Lo interesante es verlo desde una posición de observador, sin “ser los pensamientos”, intentando no engancharte a ellos. Obsérvalos y escúchalos, pues te pueden dar pistas para responder a la pregunta.
No hay nada más que hacer… solo disfrutar.
3. Sal del proceso
Cuando lo creas ya conveniente, prepárate para salir de esta meditación. Para ello puedes visualizar una puerta, y vas abriendo lentamente los ojos. Primero mira abajo y luego ve subiendo lentamente la mirada hasta llevarla a la posición de frente.
¿Cómo te sientes?
No te preocupes por saber si lo estás haciendo bien o no. No trates de comprenderlo con la mente, no intentes entender lo que pasa. Lo importante es que si lo haces entrarás en la dinámica del autoconocimiento y crecimiento personal que mejorará tu paso por la vida, pues habrás conectado con tu Ser, habrás recuperado la conciencia del Ser y tendrás sensación de realización.
Hazlo a tu manera y a tu ritmo pero con constancia.
Cuando hagas el ejercicio plantéate solo una pregunta de las tres propuestas, mejor que las tres a la vez.
Sería interesante que lo repitieras cada semana, pues la repetición produce que veas cosas nuevas semana a semana. No somos los mismos ni nuestras emociones del día a día las mismas. Puedes agendarte un día y una hora y cumplir con esa disciplina, como si fuera una visita con el médico del autoconocimiento.
“Busca tu identidad hoy. El pasado ya no existe.“