Hace 2 días visité a una paciente, Clara, en un estado de máxima ansiedad y de bajo estado de ánimo derivados de su absoluto convencimiento de padecer una esclerosis múltiple.
Sin entrar en más detalles, a raíz de una clínica de trastornos sensitivos en diferentes partes del cuerpo, le habían practicado una resonancia cerebral. El radiólogo informó que había dos lesiones en la mielina y aconsejó descartar una enfermedad desmielinizante. El neurólogo al recibir a la paciente le explicó que no cumplía criterios de esclerosis múltiple, ni por la clínica que contaba, ni por la exploración, ni por esas lesiones tan inespecíficas que se veían en la resonancia pero, no obstante, ordenó hacer una nueva resonancia en otro centro. Esta nueva resonancia fue interpretada por otro radiólogo como inespecífica.
A partir de este momento Clara había empezado a sufrir, a permanecer la mayor parte del día angustiada y llorando, a buscar información por internet de forma persistente sobre las diferentes enfermedades que podían causar sus síntomas, y a participar en foros en los que muchas personas le aseguraron que habían empezado a tener trastornos sensitivos iguales a los de ella y habían acabado finalmente diagnosticadas de esclerosis múltiple.
He de reconocer que aún me dura la angustia que me transmitió durante la visita, y de hecho me ha marcado tanto que por eso estoy escribiendo este post.
Cuando le dije que en mi opinión no cumplía criterios de esclerosis múltiple, no se alegró sino que se vino abajo. Verbalizó que hubiera preferido que le dijera que sí que la padecía, pues así tendría un diagnóstico y un tratamiento y sabría a qué enfrentarse.
A lo largo de la visita vi que entendía que podía no cumplir criterios de esclerosis múltiple pero entonces me preguntó:
– ¿Tengo la ELA?
– ¿ELA? Pero… ¿por qué piensas en la ELA?
– Porque algo tengo que tener
– No tienes ELA
– Por favor, ¿me voy a morir?, dígame sinceramente si me voy a morir
Entendí que tenía un trastorno de ansiedad no por sus trastornos sensitivos sino por la preocupación de tener una enfermedad grave, la que fuera, y detecté su negativa insistente a aceptar las garantías de ausencia de enfermedad corporal que los diferentes médicos le habíamos ido comunicando.
Le dije que padecía hipocondría.
¿Qué es la hipocondría?
En 1673, Jean Baptiste Poquelin, más conocido como Molière, escribió la que sería su última obra “Le malade imaginaire” (El enfermo imaginario). En ella retrata de forma jocosa las vicisitudes de un personaje, Argan, que se muestra convencido de tener algún tipo de enfermedad, convicción que actualmente se considera un aspecto central del trastorno hipocondríaco. Muchos años después, concretamente en 1980, se incluyó la hipocondría como un trastorno recogido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (American Psychiatric Association, 1980).
Lacunza CI: Revista de Casos Clínicos en Salud Mental (2016) 2: 79-99
Como veis la hipocondría no es una enfermedad nueva, sino que se reconoce desde hace ya siglos.
En la última versión del manual de a American Psychiatric Association (2013) el concepto de hipocondría ha sido retirado por considerar que el paciente puede interpretar el término como ofensivo e insultante, y que ello puede condicionar la buena relación médico-paciente tan necesaria para el favorable resultado terapéutico. El antiguo trastorno hipocondríaco se ha desdoblado en dos trastornos diferenciados: el “Trastorno de síntomas somáticos” y el “Trastorno de ansiedad por enfermedad”, pero no entraré a ello, pues no es el objetivo de este post.
Me gustaría que Clara hubiera salido de la consulta con la impresión de que le presté atención y de que me interesa y me preocupa su sufrimiento. Espero que pueda cumplir con las pautas de conducta y seguimiento que le indiqué, para que pueda modificar la forma en que interpreta sus sensaciones y la forma en que las afronta.
Los médicos también sufrimos. Yo voy a sufrir si no consigo sacar a Clara adelante.
Los médicos, como seres comunes que somos, sentimos y padecemos con el dolor de nuestros pacientes.
En mi caso, he tenido un único episodio sensitivo y la primera resonancia era igual que la de Clara. Recuerdo sentir mucha incertidumbre al no saber por qué me había ocurrido. 8 años después las lesiones han aumentado a 12 (inactivas), pero continúo sin síntomas. Finalmente me diagnosticaron EM, sin embargo, a día de hoy sigo con resonancias anuales y sin tratamiento.
Hola, que paso con Clara? Tenia EM o no?
Perdona el retraso en contestar. No, no tenía esclerosis múltiple
Yo estoy igual Cuál fue su diagnóstico?
Cristina, En el momento que a visité a Clara no tenía esclerosis múltiple
Buenas tardes, Dra. Le escribo desde Argentina, y quisiera contarle que al igual que Clara, sufro de Hipocondría. Actualmente estoy pasando por una crisis de pánico a la EM o a la Neuropatia Periférica, sin poder racionalizar que hace aproximadamente dos años pasé por lo mismo, me hicieron una RM, y todo estaba perfectamente normal. Las personas q padecemos este asfixiante trastornos nos informamos día y noche sobre las enfermedades, a veces sabiendo los síntomas con mayor precisión que el mismo médico, y por ello siempre encontramos algún criterio que pueda llegar a justificar el diagnóstico tan teñido. En mi caso, ahora estoy con sensación de quemazón en los pies y algunos pinchazos aislados, y ya estoy segura de que tengo algo neurológico. Es que no me entra en la cabeza que pueda ser otra cosa (o mi propia imaginación) y cómo realmente tengo más sensaciones entro en un estado de pánico mental del que no puedo salir. A veces incluso preferiría morir de una sola vez antes que “vivir muriendo” imaginariamente de varias enfermedades siempre discapacitantes o terminales. Vivir así es un calvario, y nuestra propia familia termina cansándose de él. Realmente le agradezco sus palabras de empatía con clara, no la conozco pero por lo que acabo de leer puedo aseguro que me hubiese encantado tener a una médica como ud. La sociedad y los médicos deben entender que no hacemos esto por gusto ni por molestar, que en nuestra psiquis hay un sufrimiento mental terrible, comparable con el de cualquier otro enfermo mental. Muchas gracias.
Saludos desde lejos.
Melanie.
Muchísimas gracias Melanie por compartir lo que sientes. Lo expresas magníficamente bien. Tienes que ponerte en manos de un psicólogo para recibir algún tipo de terapia específica para este trastorno. Además ¡estás en el país adecuado! No lo infravalores. Es una pena discapacitarse y no disfrutar la vida, sin padecer enfermedad orgánica que provoque discapacidad.