En salud la palabra inglesa wearable se aplica a toda prenda, accesorio o complemento tecnológico (relojes, pulseras, gafas, tatuajes, zapatos con GPS… ) que las personas podemos llevar encima y que actuando de forma continua sobre nosotros, permiten controlar aspectos concretos de nuestro estado de salud.
Cada vez hay un mayor uso de este tipo de tecnologías en personas con enfermedades crónicas o graves, con la intención de registrar un estado de salud que puedan luego compartir con el médico. Así por ejemplo, la tecnología wearable sirve para ayudar a la persona a medir la frecuencia de su ritmo cardíaco, de su tensión arterial, la calidad del sueño, los niveles de azúcar en sangre e incluso la depresión, entre otros. También estas tecnologías ayudan a recordar la toma de medicamentos.
Lo anteriormente referido siempre nos va a resultar útil a los médicos, pero el objetivo de este artículo es animarte también a que utilices la aplicación de salud de tu móvil o reloj inteligente para poder objetivar la distancia que andas, los pasos que caminas y los pisos que subes.
Cada vez que vas a la consulta de esclerosis múltiple te preguntan cuanto andas, ¿verdad?, y …. ¿cuántas veces has podido contestar bien a la pregunta?; pues de esta manera no hay más que abrir la aplicación y ¡listo!
Puede que rechaces utilizar esta tecnología por pereza o miedo a no entenderlo, pero es sencillísimo. De verdad que una vez puesta en marcha la aplicación el resto se hace solo. Busca un amigo o pide al personal sanitario que te atiende que te ayude a ponerla en marcha.
Desde mi punto de vista lo bueno no es solo recoger estos datos para enseñarlos al médico, lo bueno también es que nos permite objetivar de forma clara la actividad que realizamos y si nos ponemos un objetivo diario haremos todo lo posible por cumplirlo por no suspendernos a nosotros mismos.
En 2004, un estudio realizado por Catrine Tudor-Locke y David R. Bassett, Jr., científicos de la Universidad del Estado de Arizona, Estados Unidos, establecieron una escala:
• Para adultos sanos, caminar menos de 5.000 pasos diarios equivale a un estilo de vida «sedentario».
• Entre 5.000 y 7.500 pasos determinan una «actividad baja».
• Entre 7.500 y 10.000, un estilo «algo activo».
• Una persona tiene una vida «activa» cuando se superan los 10.000 pasos.
• Una persona tiene una vida «muy activa» cuando su cantidad de pasos diarios está por encima de 12.500.
He leído que para mantener un estado físico saludable se deben caminar 10.000 pasos por día, que vienen a equivaler a unos 8 kilómetros al día en una persona de estatura y zancada medias. Me he quedado sorprendidísima. Me parece una cifra muy elevada que yo desde luego no cumplo según la aplicación de mi móvil, pero sabiéndolo… ¡me he propuesto mejorar! Hay que decir que la Organización Mundial de la Salud no exige tanto.
Uno de los problemas de la esclerosis múltiple es la dificultad para caminar, todos lo sabemos. El objetivo es que camines, que te marques una meta de pasos, la que sea, pero márcatela. Andar esa distancia cada día constituye un objetivo muy valioso que te ayudará a sentirte mejor.
Te recomiendo que vuelvas a leer en mi web el artículo sobre la importancia del ejercicio físico en el día a día y que recuerdes que la clave está en la voluntad.
Arnold Schwarzenegger dijo: «El límite está en la mente». Yo nunca escuché la frase “no puedes”, siempre escucho mi interior que dice: “¡sí, tú puedes!”