Esta semana pasada fui invitada a una reunión médica solo para mujeres. Me dijeron que no había programa, que se trataba de que nos juntáramos un grupo de neurólogas para debatir espontáneamente. Fui pensando en que íbamos a debatir temas relacionados con la mujer médico. Sentí curiosidad y fantaseé sobre los posibles temas a tratar. Pensé en que hablaríamos del papel que jugamos las mujeres en la medicina y en la investigación científica, de si la feminización de la profesión puede llegar a ser un problema por las consecuencias en el modelo social y laboral… y seguro que de otros temas que no me imaginaba. Soy fruto de una educación y cultura, y hay temas y situaciones que considero normales hasta que alguien me hace ver que no lo son.
Me encontré en una reunión de seis mujeres médicos y una ginecóloga, para hablar de un tema muy concreto: el abordaje de la esclerosis múltiple (EM) en la mujer. Concretamente debatimos sobre la mujer en edad fértil y por tanto intercambiamos conocimiento sobre la contracepción, la fertilidad, la reproducción asistida, el embarazo, el parto, la lactancia y el periodo postparto. La reunión fue muy interesante y del debate aprendimos todas mucho.
No puede dejar de elevar mi descontento a los organizadores, ante el hecho de que se hubiera discriminado a los colegas hombres. Me pareció una falta de respeto hacia ellos y hacia las pacientes con EM, pues excluyendo de esta formación a los neurólogos y ginecólogos hombres, tanto ellos como las pacientes salen perjudicados. De hecho los neurólogos necesitan más sensibilización y formación que nosotras que ya tenemos conocimiento por experiencia propia, y a los ginecólogos también les viene bien formarse en EM, para personalizar el trato cuando tengan a una paciente con la enfermedad.
El feminismo defiende la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. Hay movimientos feministas que consideran que es necesario atacar todo lo masculino para conseguir este objetivo. Puede que sea necesario en estos momentos, pero una cosa es realzar la crítica hacia la visión centrada en el hombre que tiene la sociedad- para crear conciencia- y otra atacar los derechos de los hombres y sus roles, cayendo en la discriminación inversa al favorecer el dominio de lo femenino. En el ejemplo que pongo no gana nadie, ni la mujer médico, ni el hombre médico, ni la paciente, que, no nos olvidemos, es el objetivo.