El pasado mes de abril vi la película danesa “Otra ronda” (actualmente en Netflix) ganadora del Óscar a la Mejor Película en idioma no inglés, porque me atrajo oír que estaba inspirada en una teoría del psiquiatra danés Finn Skårderud según la cual los seres humanos tenemos una deficiencia de alcohol en nuestro organismo de 0,5 gramos.
El Dr. Skårderud ha desmentido haber formulado esta teoría, asegurando que ha sido una interpretación errónea de sus palabras, pero lo cierto es que ha dado origen a una muy buena película sobre la filosofía que subyace en el uso del alcohol.
La película refleja a cuatro profesores de secundaria que cansados del aburrimiento, de sus vidas, y del sentimiento de fracaso, se embarcan en ver si es verdad que bebiendo el alcohol que permite superar la supuesta deficiencia, pueden mejorar los aspectos negativos de sus vidas. ¿Lo consiguen? Te recomiendo que veas la película.
Lo curioso es que hay que beber durante la jornada laboral y dejar de beber a las 8 de la tarde y que para mantener el adecuado nivel de alcohol los protagonistas utilizan un alcoholímetro.
La película me ha llevado a pensar en encajar la filosofía en mi propia vida:
- ¿Beber diariamente me ayudaría a alcanzar mayor plenitud?
- ¿Sería más vital y alegre durante el pase de consulta?
- ¿Me ayudaría a no sentir la nostalgia por los años que ya han pasado y la frustración de no haber aportado lo suficiente?
- ¿Me ayudaría a superar el vértigo de la jubilación y la pelusa hacia los médicos que empiezan?
¿Cómo funcionaría? Funcionaría, seguro que funcionaria, pero por una temporada corta.
El alcohol es una fuente de vitalidad, y proporciona alegría y desinhibición positiva, pero lamentablemente el efecto no es duradero, no es posible tener un nivel de alcoholemia bien reajustado como se consigue por ejemplo con una vitamina. ¡Ojalá!
Los médicos recibimos y tratamos a personas con adicciones en general y con alcoholismo en particular, y vemos también el sufrimiento que provoca en sus familias.
Al cabo de un tiempo de beber intentando afrontar las adversidades de la vida, las emociones empiezan a oscilar en un sentido no deseado. Como las angustias persisten en la vida real, se acaba consumiendo más alcohol para ver si con más alcohol en sangre se consigue mantener la alegría, pero no funciona. Se acaban teniendo problemas en las relaciones sociales y familiares y se padecen las consecuencias del daño de órganos como el hígado o el sistema nervioso, entre otros.
Desde el punto de vista psíquico el abuso de alcohol causa problemas de conducta y cambios mentales que incluyen comportamiento inadecuado, estados de ánimo inestables, alteración de la capacidad de juicio, dificultad para hablar, problemas de atención o memoria y mala coordinación, que son percibidos por los que nos rodean.
Si el abuso se cronifica aparecen los síntomas de daño en el sistema nervioso central o periférico, bien por falta de factores nutricionales (déficit de vitaminas y minerales), bien por los efectos tóxicos directos del alcohol sobre los órganos, bien por factores metabólicos e incluso inmunológicos. Los síntomas más frecuentes son la polineuropatía, la degeneración cerebelosa y la demencia, y los más graves son el delirium tremens, la encefalopatía de Wernicke, el síndrome de Korsakoff y la enfermedad de Marchiafava-Bignami, que si no son diagnosticados a tiempo pueden provocar secuelas muy importantes.
De la película también me sorprendió cómo celebran los jóvenes daneses su graduación de bachillerato en junio. La festejan en un camión abierto que toma las calles de la ciudad desde temprano por la mañana. Banderas danesas, globos e incluso pancartas, decoran el camión que se va deteniendo en la casa de cada graduado para tomar una copa o un refrigerio mientras suena la música enérgicamente y se escuchan las risas bulliciosas de los pasajeros del camión. La ciudad al parecer entiende que es la semana de graduación y que las celebraciones han comenzado.
Estos jóvenes y los nuestros, como los de tantas y tantas partes del mundo, comienzan a beber muy tempranamente porque sí, porque es lo que toca, lo que todo el mundo hace, y no se va a ser distinto a los demás. Es decir, la mayoría de los adolescentes comienzan a beber por presión social y para desinhibirse y provocarse euforia y sensación de diversión.
El botellón, término que describe la costumbre, aparecida en España en la última década del siglo XX, sobre todo entre los jóvenes, de reunirse en la vía pública para socializar mientras se consumen bebidas alcohólicas, parece que es la única alternativa de diversión existente. ¿Cuánto tardaremos en ofrecer alternativas atractivas, accesibles y económicas al botellón?
Debemos cambiar nuestra mentalidad hacia el alcohol y entender que cuando uno empieza a beber puede comenzar una adicción de la que no se puede salir, al igual que ocurre con el tabaco.
Muy interesante.
As an Irish woman, I have learned to be very careful around alcohol. The Irish stereotype of being drunk is sadly still alive and well especially abroad. A glass of wine is lovely when in good company when the workday is over, but I think I would be very nervous if I suspected that my neurologist had been drinking before my appointment!
Estoy contigo Valerie. La abstinencia no obstante debe extenderse a todas las profesiones!